domingo, 17 de abril de 2011

De Canarias, Naciones e Islas


De Canarias, Naciones e Islas...

En los tiempos de nuestros antepasados, las Islas no formaban un solo estado, o nación. Fuerteventura, por poner un ejemplo, estaba dividida en dos reinos, la Maxorata al norte y Jandía al sur. Ambos territorios estaban separados por lo que ahora conocemos como la Pared, muro aún visible por tramos.

En Gran Canaria coexistían dos Guanartematos, Telde al sur de la isla y Agaldar, al norte. Es sólo gracias al trabajo y esfuerzo del abuelo de Tenesor Semidán, y su gente; que la isla se reunifica en un sólo reino, bajo el mando de los Semidán. Algo parecido ocurre en el resto del archipielago. En Tenerife, los menceyatos a veces tienen más disputas que entendimiento. Hoy no voy a hablar de Bencomo.


La primera referencia histórica que tenemos en Canarias a algo parecido a un reino, es el 30 de mayo de 1481, con la firma de la Carta de Catalayud, entre Fernando el Católico y Tenesor Semidán, actuando el primero como rey de Aragón y el segundo como Guanarteme de Gran Canaria.

Esta Carta, o acuerdo, implica la incorporación de Canarias al Reino de las Españas, a cambio de una serie de prerrogativas para los canarios. Ahí empieza nuestra andadura con los pueblos ibéricos. Algo que por cierto, ni Guayarmina Semidán, ni Bentenjui vieron con buenos ojos.

Luego, hemos de remontarnos al gran poeta y prohombre Segundino Delgado, quien a finales del siglo XIX, y con un durísimo coste personal, formula un planteamiento de Canarias como nación, (como unidad del destino en lo universal, que dirían algunos, que tanto daño nos hicieron).

En el siglo pasado tras una dura época de opresión, otro 30 de mayo, obtuvimos un Estatuto de Autonomía que sellaba un nuevo pacto con España.

En aras de la brevedad, y para no cansarles, he de decir, que en Canarias, aunque parezca lo contrario, no es fácil construir país, construir nación. A nuestra fragmentación territorial, ha de unirse la diversidad de procedencia de los isleños. Algo que se remonta a tiempos inmemoriales.


Por ello Canarias, como país, como nación se construye día a día, con trabajo, esfuerzo y dedicación. No es algo dado y obvio. Hay que recorrerse las islas, sus rincones y sus pueblos, conocer y amar a su gente, fomentar la unión y el respeto entre todos y cada uno de los habitantes de estas afortunadas islas. Algo que algunos hacemos en barco, a pie o en bicicleta y otros por su responsabilidad y representación debe hacer en un helicóptero. Pero no uno de lujo y boato, si no en uno, corriente, que valientes pilotos, llevan a su infatigable pasaje a cada esquina de este amado país que se llama Islas Canarias.

Christophe Díaz Postel

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